Ventajas de la colza vs. el cereal de invierno

Ventajas de la colza vs. el cereal de invierno

ventajas de la colza

La colza (Brassica napus) ofrece al agricultor una alternativa estratégica al cereal de invierno por el creciente interés en cultivos oleaginosos para la fabricación de biocombustibles, además de sus usos tradicionales para elaboración de forrajes o aceites vegetales.

ventajas de la colza

ventajas de la colza

Por su versatilidad y sencillez de producción, el área cultivada con brasicáceas se ha disparado en lugares como Estados Unidos y Brasil, mientras que en la Unión Europea también se popularizó gracias al rendimiento que ofrece por hectárea.

Silos del Cinca ofrece al productor asesoría técnica y servicios agronómicos que pueden facilitar al productor la incorporación de la colza como una opción rentable dentro del ciclo productivo. Silos del Cinca también es distribuidor de semillas de colza -LG Seeds y KWS-, fertilizantes y productos fitosanitarios especializados.

Planificación de la siembra de la colza

Cuando se incorpora la colza a la rotación de cultivos, es posible optimizar los rendimientos de los cultivos de segunda y reducir riesgos comerciales.

Por un lado, se puede así priorizar el cultivo de mayor rendimiento y, por otra parte, la introducción de la colza corta el ciclo de enfermedades del cereal al que sustituye. Además, los herbicidas específicos de la colza facilitan un control más eficiente y económico de malezas invernales como el vallico, el bromo o la avena loca.

La elección del híbrido

Al seleccionar un híbrido para tu parcela, conviene fijarse en varios aspectos. En primer lugar, que el ciclo de floración y maduración se ajuste a la zona y a la fecha de siembra. También es importante que tenga un buen vigor inicial, con raíces y hojas bien desarrolladas antes del invierno, y que presente un crecimiento rápido al inicio de la primavera.

Otro punto clave es que el tallo no se alargue en exceso, ya que así la planta ofrece mejor resistencia al encamado. La altura general también debe valorarse. En cuanto a la floración y el cuajado, interesa que sean uniformes y con alta capacidad de transformar flores en silicuas.

Finalmente, se deben considerar factores como el rendimiento en producción, el contenido en grasa, así como la resistencia tanto a enfermedades (Phoma, virosis, etc.) como a la apertura prematura de las vainas.

Preparación del terreno

Para una buena implantación del cultivo es fundamental disponer de suelos profundos, sin compactación, y preparar un lecho de siembra uniforme y libre de terrones.

Las labores más habituales incluyen:

  • Chisel o subsolador: trabajo vertical profundo (40–60 cm) para descompactar.
  • Grada de discos: afina el terreno y elimina terrones; en ocasiones se recomienda un pase cruzado.
  • Rulo: compacta y homogeneiza la capa superficial, evitando que la sembradora trabaje de forma irregular. No debe pasarse tras la siembra si el suelo está húmedo.

En algunos casos, especialmente tras cultivos de cereal, conviene dar un pase de grada de discos inmediatamente después de la cosecha, para descomponer el rastrojo y facilitar las siguientes labores.

El objetivo de esta preparación es lograr un buen enraizamiento que permita a la planta resistir mejor las bajas temperaturas invernales, crecer con mayor vigor en primavera y aprovechar al máximo los recursos del suelo. En zonas de secano, resulta clave adelantar la preparación para retener la humedad de las lluvias, ya sea para siembra en seco o en tempero.

Siembra y necesidades de la Colza

La colza requiere luz para su germinación, lo que permite una disminución considerable de la profundidad de siembra en comparación con otros cereales.

Dado que las semillas de colza son diminutas, requieren escasa cantidad de agua para la hinchazón, pero hay que prestar atención para evitar una excesiva cobertura de rastrojos.

Cuando se dan condiciones óptimas, una profundidad de siembra de 0,5 a 1 cm es la más adecuada. Sin embargo, si la humedad en el suelo es insuficiente, es posible profundizar hasta los 1,5 cm.

La densidad ideal de siembra está determinada principalmente por el crecimiento de la planta: en circunstancias de siembra tardía o complicadas, se sugiere una densidad de entre 50 y 60 plantas por m².

En escenarios donde la siembra se realiza más temprano y bajo condiciones óptimas, resulta crucial prevenir el crecimiento excesivo del cultivo y debe rebajarse la densidad de siembra a 40 e incluso 30 plantas por m².

La densidad final objetivo será de 20-30 plantas por m².

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