El cobre: fungicida frutal eficiente de amplio espectro
El cobre: fungicida frutal eficiente de amplio espectro
El cobre fungicida se utiliza pata tratar múltiples patologías, como la monilinia, el fuego bacteriano (Erwinia amylovora) o las bacterias del género xanthomonas.
Este fungicida cúprico actúa con efecto anticriptogámico, es decir, afecta directamente al proceso de respiración celular los hongos y la estructura de su membrana celular, interfiriendo así con su proliferación y contribuyendo así a su extinción.
Como fertilizante foliar, el cobre ayuda a intensificar los sabores y colores de frutas y flores y a hacer que la planta sea más resistente al estrés ambiental.
La composición del fungicida frutal con base de Cu es en forma de hidróxido, óxido, oxicloruro de cobre y gluconato de cobre, entre otras formulaciones.
Amplio espectro de actuación del Cu
El cobre destaca por su amplio espectro de acción, ya que actúa de forma preventiva frente a diversas enfermedades fúngicas y bacterianas en numerosos cultivos. Esta versatilidad lo convierte en una herramienta muy útil cuando se busca reducir el nivel de inóculo sin necesidad de un diagnóstico muy específico de la patología. Además, ciertas formulaciones de cobre están autorizadas en agricultura ecológica, lo que amplía su uso en estrategias de manejo integrado.
El fungicida cúprico suele presentarse en forma de polvo o gránulos de color azul, que deben diluirse en agua antes de su aplicación. También puede formar parte de fertilizantes foliares, aportando cobre como micronutriente esencial mientras contribuye al control de enfermedades. Su correcta selección y manejo permiten obtener una protección eficaz en una amplia gama de cultivos.
Consejos de utilización del fungicida cúprico
El fungicida cúprico es un producto preventivo muy eficaz contra enfermedades fúngicas y bacterianas en numerosos cultivos. Para evitar daños en el cultivo, es importante respetar siempre la dosis indicada y aplicar el producto con una preparación precisa del caldo, ya que actúa por contacto.
El momento de aplicación es clave: durante el reposo vegetativo (otoño-invierno) el tratamiento es más seguro, porque los tejidos son menos sensibles. En cambio, con hojas jóvenes o frutos en desarrollo conviene limitar el uso, ya que pueden aparecer síntomas de fitotoxicidad si la planta está en crecimiento activo o sometida a estrés.
Además, altas temperaturas, fuerte radiación solar o humedad prolongada sobre las hojas incrementan el riesgo de quemaduras. Por ello, en épocas cálidas se recomienda tratar a primeras horas de la mañana o al atardecer.
Utilizado con criterio y en las condiciones adecuadas, el cobre se mantiene como una herramienta fundamental para la sanidad vegetal.
Impacto ambiental del fungicida cúprico
Si bien el cobre se utiliza desde hace mucho tiempo en la agricultura por su actividad fungicida y bactericida, que sin embargo está asociada a algunas cuestiones críticas: el impacto ambiental potencial del elemento es muy alto, porque el Cu es un metal pesado que tiende a penetrar y acumularse en el suelo, especialmente si tiene una composición ácida.
La consecuencia es la mortalidad de microfauna presente subterráneo, importante para el equilibrio del suelo. Esto conduce a un agotamiento del suelo y a una reducción del proceso de humificación, por lo que es importante utilizar el producto con moderación, sólo cuando sea estrictamente necesario.
La Unión Europea ha establecido legislación específica sobre los compuestos de cobre como sustancias activas en la Regulación UE 1981/2018.
En una agricultura cada vez más orientada a la sostenibilidad y la reducción del impacto ambiental, el uso del cobre se basa en formulaciones que reduzcan el uso de sustancia activa por hectárea y resistentes a la lixivación, incluso en épocas de altas precipitaciones.
Esos productos, además, ofrecen compatibilidad microbiológica certificada, lo que facilita su integración con otros microrganismos, usados como fitosanitarios biológicos.